Es el mar.
Confidencias de la luz
con la tiniebla.
Inmensidad
de veredas secretas.
Hay niños en la playa
remontando cometas.
Otoño despertando.
Un viejito al completo:
bastón,
gafas,
bufanda
y temblor en las manos,
pasea renqueando por la arena.
Varada, una barca sin nadie,
pena su nostalgia de sal.
Sacrílegas gaviotas,
profanan la quietud
de los acantilados.
Es el mar.
El ocaso. Tus manos.
Mi cintura.
Nunca mas
volverá ningún otoño,
a traer tanto azul. Tanta locura.