La ambigua luz del horizonte
azul oscuro.
Los dedos en mi espalda
van perdiendo peso,
resbalan...
Mis ojos
a punto de sucumbir.
Dos látigos de luz
atraviesan el cristal de pronto:
Elegante,
majestuoso,
elástico,
el gato negro se desliza
por el filo brillante del tejado.
Mi amor duerme.
Afuera,
ese duende golfo, aventurero,
arrebata mis sueños.
Me observa
- su silueta recortada
sobre el mágico disco de la luna -
Y se va
de a poquito, desdeñoso,
llevando mi desvelo
en el espejo verde de sus ojos.
La ambigua luz del horizonte
se va tornando azul celeste.
Mi amor duerme.
Desde el sueño, unos dedos tenaces,
reclaman de nuevo
mi ternura insomne.
Te quiero, susurra quedito...
Y mis labios destejen
entramados de sueños en su piel.