Destellos de neón
por las calles desiertas.
Va llegando diciembre
con augurios oscuros,
y llueve.
Bajo rotos de ozono
cae una lluvia mansa
- lluvia en polvo,
tamizada -
Ladra un perro su hambre.
Y un cielo atormentado
se desploma en zaguanes.
El silencio
de un Dios indiferente,
no advierte a los mendigos
que cobijan su frío
entre cartones
y sueñan sus amores
tal vez por otras geografías,
que el odio se desata por las calles.
Que impunidad
se disfraza de negro.
Tenaz la lluvia en polvo.
En una esquina,
el vagabundo del viejo acordeón
llora una melodía...